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Miku Sakura (Sakukage)

  • Nacimiento: 3 de Mayo
  • Edad: 21 años
  • Peso: 49kg
  • Altura: 1.75cm
  • Kekke Genkai: Shoton (Elemento Cristal)
  • Afiliacion: Sakugakure
  • Clan: Desconocido
  • Chakra: Doton,Katon

Descripción Psicológica

Personalidad:  Ella es cálida, amable y gentil, sin embargo, eso no quita que posea un gran espíritu de lucha y valentía; jamás se deja amedrentar por los comentarios negativos de alguien, en vez de eso la joven sigue tranquilamente el camino hacia su meta.

Debilidades: Su gran espíritu de lucha, le hace tener demasiada confianza en ella misma y en el resto, y eso le conllevó bastantes problemas en el pasado.

La historia de Miku Sakura

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El reflejo de las flores de Sakura en aquellos charcos que se formaban enfrente de casa, era lo que más me gustaba ver cuando era pequeña, era como un reflejo de arcoíris en mis ojos. Recuerdo que no era muy común que lloviese en aquella pequeña aldea, solo ocurría una vez al año, en primavera, unas semanas

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antes de la víspera del Festival Tsuki. Ese recuerdo me acompañó siempre, y aún sigue haciéndolo, eso me tranquiliza. Estoy aquí, frente al templo, rezando y recordando mi pasado, lo que me llevó estar aquí. Me parece ridículo por mi parte, que lo primero que piense sea en aquellos colores difusos por las gotas de agua. Las palabras de mi madre contándome la hermosa leyenda de esta aldea. Pero así es, me gusta apoyarme en un simple hecho, en un simple recuerdo, que a mi pesar, y sin que yo quisiera, lo olvidase por un determinado tiempo.

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Mis padres fueron las personas que me criaron al lado de este templo, Tsuki, en una pequeña cabaña de madera a las afueras de la aldea. Aunque ellos fueran de una edad muy tardía, y que obviamente yo siempre pensaba que ellos no me concibieran, fueron mis queridos padres. Me educaron, me criaron, y me dieron

cariño, aunque yo siempre les traía problemas, ellos siempre estaban para apoyarme. Creo que su paciencia conmigo fue ejemplar, y yo por ello, intento tenerla.

Recuerdo nuestra casa, era la más preciosa de la aldea, o eso es lo que siempre he pensado e imaginado. Era una pequeña y humilde cabaña de madera, detrás de ella pasaba un riachuelo, que nacía en lo alto de la montaña Sora, cerca del Templo. Sus alrededores estaban llenos de cerezos, que casi todo el año brindaban la belleza de su flor. *rio* Me pasaba tardes enteras jugando en aquel riachuelo. E imaginándome que era una

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gran ninja. A pesar de ser una aldea hermosa y rica. Solo se le consideraba una tierra santa y campesina. Por ello los ninjas que pisaban esta tierra la mayoría eran extranjeros y no pasaban más de un mes por aquí.  De ahí que nunca fue considerada una verdadera aldea de ninjas hasta hace 3 meses. Por ello mis ansias desde muy joven de convertirme en la primera ninja de esta aldea, la primera “kage” que transformaría todo a su paso. *sonrío divertida* pueden sentirse orgullosos mis padres.

Era la mejor época de mi vida y la de cualquier niña. Pero toda historia alegre, tiene su parte oscura, la que todo el mundo odia que se la cuenten. La verdad prefería no haberla vivido que solo me la contasen. *suspiro mientras vuelvo mi mirada hacia el cielo*. ¿Cómo empezar? ... *niego con la cabeza* No me gusta volver a recordar aquello... El último año, la aldea había recibido más que saqueos y robos. Éramos una aldea vulnerable, como no. Pero cuando todo me afecto la luna iluminaba desde lo más alto del cielo en aquella trágica noche de verano. Tan solo tenía 10 años, mis padres ya se habían acostado, y como no, yo antes que ellos.  El sonido de los pasos y gritos de los aldeanos corriendo inundaba hacia la pequeña cabaña que emanaba de las llamas desde su interior. Los vecinos más próximos regaban las llamaradas con el agua del riachuelo, con esperanza de salvar a la gente de su interior. Pero por desgracia, la vida de mis padres ya había acabado. Tengo muy vagos recuerdos de la escena, solo tengo alguna imagen de un gran cristal me protegía contra los escombros que caían del tejado, los cuerpos sin vida de mis padres bajo ellos y mis lágrimas cayendo por mi cara. Una fuerza bajo la tierra que me tragaba.

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Al día siguiente los vecinos encontraron bajo los escombros los cuerpos calcinados de mis padres y cristales rosados rotos por el suelo. Pero mi cuerpo, nunca apareció. Ahora ellos están descansando, cerca de aquel riachuelo y de nuestra casa...  A mi pesar, cuando volví a abrir los ojos, mis recuerdos desaparecieron, no sabía dónde estaba, ni quien era. Solo estaba consciente de que me encontraba en un cuarto grande, y una persona con una máscara estaba frente de mí. Aquel hombre nunca supe quién era, y el motivo por el cual me había llevado ahí. Solo recuerdo los oscuros ojos de su máscara mirándome día y noche, vigilándome y controlando cada movimiento mío, de tal forma, que yo era incapaz de negarme a sus órdenes.  En aquel momento, me costaba mover mi cuerpo, no entendía porque, dolía tanto moverse, como si estuviera encima de mí un gran peso. Desde aquel día notaba algo dentro de mí, y todas las noches hasta el día de hoy, se manifestaban unos ojos, rojos como la sangre, llegue a pensar que eran los verdaderos ojos de aquel ninja, los que se escondían bajo su máscara, ojos vigías que me controlaban incluso los sueños.

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Aún siguen marcados en mi abdomen, para el resto de mi vida...

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Pasé los siguientes años de mi vida vagando por diversas aldeas, con falsos nombres, que me daba aquel nombre. La mayor parte del tiempo estuve entrenando en el país de la Lluvia, escondida y combatiendo para mejorar mi Taijutsu y mi Kekkei Genkai Shōton. Me sentía como lo que era, un títere para aquel hombre, una espía para las demás aldeas, la que sacaba la información posible de cada sitio donde pisaba. No tenía amigos, e intentaba no hacerlos, a mi pesar, lo tenía prohibido de que alguien me conociese. Intentaba no destacar y siempre pasar desapercibida.

Cada día odiaba más la vida que llevaba, odiaba aquel hombre. Que me utilizaba para su propio propósito. Eso me frustraba, y cada día más. El recuerdo de aquellas gotas caer y difuminar el reflejo de los cerezos en flor hacía más mella en mí. Sabía que faltaba un cacho de mi ser. Que algo me faltaba. Y contaba los días por ser libre para viajar, sin ser controlada por nadie, quería volver a ver esos árboles en flor, no sabía porque, pero era lo que más quería. Parecía estar en un pozo sin fondo, manejada en las extremidades por unos hilos casi invisibles. No me gustaba esa sensación, ni me sigue gustando. Pero hace 3 años, cuando tenía ya 18 años, mientras viajaba, conocí a una niña de 13 años en un bosque del país del fuego. Los rayos de sol del amanecer que se entremetían

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entre las ramas de los árboles, hacían resplandecer sus finos y delicados cabellos pelirrojos.

La verdad me quede paralizada al verla, no podía pronunciar ninguna palabra, me había sorprendido por completo. Yo había pasado la noche a menos de un kilómetro.  No paraba de pensar en que debía pasar desapercibida, o que ella no fuera ninguna espía de la hoja, ¿pero tan joven? Ahora pienso que era un poco ridículo por mi parte quedarme callada durante esos minutos e imaginarme cualquier cosa por parte de ella. En esos momentos solo podía observar su cabello.

No sabía porque, pero me parecía tan hermoso y familiar. Me confundía pero a la vez me hacía olvidarme de mis problemas. Permanecimos las dos calladas, observándonos, hasta que no pude contenerme más y solté aquellas palabras, “me encanta tu cabello”, aún se lo repito hoy en día.*rio* parecía ella más madura que yo en aquel momento.

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Sin ningún miramiento me presente ante ella, “Hola, mi nombre es Miku, ¿y el tuyo?” le dije mi verdadero nombre sin ningún miramiento, ella por su parte el suyo. Arashi. No sé porque pero fue como si el destino nos uniera. Los días en que estuve con ella fueron exactamente 7, ella también estaba de viaje, y compartimos camino durante todos esos días. Yo me sentía tan frustrada y sola durante tanto tiempo... Congeniamos rápidamente, no se notaba la diferencia de edad entre nosotras. Ella me contaba cosas, y yo otras, no dude ni un instante de ella. No podría explicarlo, ella me hacía sentirme segura, de tal manera que rápidamente tenía una confianza tan grande con ella, que llegué a contarle como me sentía con aquella persona a la que le titule como mi “padrastro”.

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Ella llegó a apoyarme psicológicamente, *sonrío* le estoy muy agradecida. Como no, él estaba enterado en cada movimiento que yo hacía. Justo poco después de despedirme de Arashi, por última vez. Su sombra aparecía entre los árboles, aunque esa máscara le tapara el rostro, sabía perfectamente la cara de enfado que podía tener tras de ella. Pero ya no tenía la paciencia de seguir siendo su títere. Sabía que él me ocultaba algo (aparte de su rostro). *me siento de rodillas en el suelo, apoyando mi espalda contra el árbol sagrado* El parecía tener en ese momento, la intención de castigarme. Pero mi cara de pocos amigos le daba la bienvenida...“¿Acaso me estás desafiando?” su voz sonaba con el eco que le otorgaban los árboles. Era eso mismo lo que estaba haciendo. Le odiaba, ese sentimiento lo tenía resentido durante muchos años, probablemente desde la primera vez que le vi.  Sus brazos se movían lentamente por debajo de su túnica. Creía que no me daba cuenta. ¿Qué pensaba hacer? Creo que estaba tan concentrada en soltarme de aquellos hilos... que no me di cuenta que yo ya estaba en guardia, con un kunai de Shōton. Parecía que mi cuerpo tenía vida propia, y que pedía a gritos revelarse. Y mi mente lo deseaba. Y una voz rasgada me decía “¡Revélate! ¡Atácalo! Solo es un humano débil con un gran ego... ¿a qué esperas?”... “lo odias”... lo odio...

Esa fue mi mejor decisión, y aún lo sigo pensando. Y fue entonces cuando te conocí. Cuando en mi interior vi aquellos ojos rojos como sangre asomarse en la oscuridad, encerrado entre aquellas rejas. Aquellos que me vigilaban cada noche y mi mente vagaba en la imaginación en que eran los mismos ojos de aquel hombre escondido tras la máscara.

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“¿Quién es usted?” reconozco que te pregunte algo asustada *Sonrío divertida* “¿usted? [Reíste con grandes carcajadas] eres una niña ignorante... pero esta vez te ayudaré a librarte de ese simple humano, que solo ha hecho molestarme e intentar controlarme... extiende la mano y acepta mi pequeña ayuda”... esas fueron tus palabras, y yo como inocente te extendí la mano convencida. De entre las rejas, salía una fina y pequeña nube rojiza que se deslizaba hacía mi diestra, la envolvía lentamente, poco a poco notaba como una fuerza de odio se extendía por todo mi cuerpo, y el iris de mis ojos se teñía del color de la sangre. Solo recordaba el odio que sentía hacia esa persona. Lentamente mis sentidos comenzaban a nublarse y la persona enmascarada desaparecía en la oscuridad. Cuando vuelvo abrir mis ojos, el silencio inundaba aquel bosque, solo el sonido de la lluvia caer sobre las hojas de los árboles, era lo único que ambientaba. Enfrente de mí se encontraba aquel hombre, tendido boca arriba con un gran agujero que le perforaba el pecho, todo lo que le rodeaba estaba teñido de sangre.

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Su sangre se filtraba por la húmeda hierba del suelo, todo estaba teñido de rojo... No sé aún porque, pero no sentí lastima por aquella persona, sino que había cumplido una especie de justicia. Me quedé observando su máscara por un largo tiempo, con la intriga que habría detrás,... tenía una gran tentación... pero decidí darme la vuelta y huir de aquella escena. Fue entonces cuando comprendí, que todo este tiempo no estaba sola, que todo el tiempo estabas ahí conmigo, en la oscuridad como un guarda espaldas, algo tosco... *rio* ...“Tsk”... Desde aquel día, comencé a viajar por cada país, realmente no tenía una meta, un lugar al que llegar, entonces no tenía esa impresión. Solo seguía el camino sin mirar para atrás, entrenando cada vez que podía.

Aunque en el fondo te estaba agradecida por la ayuda que me prestaste, tenía un poco de miedo a que volvieras a controlar mi cuerpo sin mi consentimiento y que inconscientemente hiciera cualquier barbaridad. Estuve aproximadamente 3 años viajando a pie por todo este mundo shinobi, intentando no acercarme demasiado a las aldeas capitales de cada país, quería pasar desapercibida, tal y como me había educado aquel hombre. Me sustentaba de pequeñas ganancias que ganaba al ayudar a pequeños paisanos y campesinos. Por poco que fuese, me sentía realizada por cada ayuda mínima que prestaba. Una sonrisa por su parte, era una recompensa para mí. Fue entonces cuando el destino me puso ante mi camino, mi hogar, después de tantos años de camino, allí estaba... Me encontraba en las afueras del país del Fuego, decidía viajar al país del té, donde intentaría extender mi viaje por los países del este. No puedo explicar el motivo del porqué mi cuerpo en aquel momento decidiera no continuar el camino y desviarse, puede que fuera una especie de “memoria física”... *rio*... como dicen, el cuerpo nunca olvida, nunca llegue a seguir el camino para llegar al país del té, y aún después de meses, sigo sin seguir aquel camino. Unas pequeñas estatuillas de piedra desgastada me marcaban el camino a través de una montaña empinada. El paisaje me dio verdadera impresión, y no precisamente agradable, la oscuridad estaba presente, solo se veían árboles secos, sin vida, las zarzas cubrían el suelo. Me daba realmente pena, ver aquello, sabía en el fondo que aquello no era normal, que el paisaje podía aportar más belleza de la que daba, una imaginable...

Aunque en el fondo te estaba agradecida por la ayuda que me prestaste, tenía un poco de miedo a que volvieras a controlar mi cuerpo sin mi consentimiento y que inconscientemente hiciera cualquier barbaridad. Estuve aproximadamente 3 años viajando a pie por todo este mundo shinobi, intentando no acercarme demasiado a las aldeas capitales de cada país, quería pasar desapercibida, tal y como me había educado aquel hombre. Me sustentaba de pequeñas ganancias que ganaba al ayudar a pequeños paisanos y campesinos. Por poco que fuese, me sentía realizada por cada ayuda mínima que prestaba. Una sonrisa por su parte, era una recompensa para mí. Fue entonces cuando el destino me puso ante mi camino, mi hogar, después

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de tantos años de camino, allí estaba... Me encontraba en las afueras del país del Fuego, decidía viajar al país del té, donde intentaría extender mi viaje por los países del este. No puedo explicar el motivo del porqué mi cuerpo en aquel momento decidiera no continuar el camino y desviarse, puede que fuera una especie de “memoria física”... *rio*... como dicen, el cuerpo nunca olvida, nunca llegue a seguir el camino para llegar al país del té, y aún después de meses, sigo sin seguir aquel camino. Unas pequeñas estatuillas de piedra desgastada me marcaban el camino a través de una montaña empinada. El paisaje me dio verdadera impresión, y no precisamente agradable, la oscuridad estaba presente, solo se veían árboles secos, sin vida, las zarzas cubrían el suelo. Me daba realmente pena, ver aquello, sabía en el fondo que aquello no era normal, que el paisaje podía aportar más belleza de la que daba, una imaginable...

El pequeño y estrecho camino me llevó hasta un pequeño templo, un pequeño edificio en ruina de oración, o lo que quedaba de ella. Tras ella un gran árbol milenario asomaba y extendía sus ramas hacia el cielo. Al conjunto con los demás árboles, sus ramas estaban secas, sin hoja ni flor. Mis ojos se llenaban de lágrimas al verlo, me daba mucha pena, no sabía explicar cómo me sentía ni porqué. Solo pude arrodillarme ante él, llorarlo mientras lo miraba. Los charcos que lo rodeaban me acompañaban... No sabía porque me estaba comportando como una niña. Sin darme cuenta, me había quedado dormida entre mis propias lágrimas. Mi mente, empezaba a recordar.

Primero fue esas gotas cayendo en aquel charco que difuminaban los rosados y verdes reflejados en él, ese sueño se repetía cada noche en mis sueños, pero está vez es sueño no terminaba cuando yo intentaba acercarme,  esta vez no, esta vez mi cara reflejada en él, sonriente, una cara más redondeada, era de nuevo una niña. Una voz femenina me llama la atención, no sabía que decía, no la llegaba a entender, cuando alzo mi mirada, volvía a ver aquel

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paisaje que rodeaba el camino, pero esta vez era tan bello, las flores de Sakura adornaban los árboles con su gracia. Una anciana me acarició el cabello con cariño y me dio la mano,yo sin dudarlo ni un momento, me acerqué hasta ella y tome su mano, era tan cálida, comenzamos a andar hacia el templo donde me encontraba. Las ramas de los cerezos en flor envolvían un techo de Sakura hasta llegar a él. La señora caminaba lento, pero con gracia, me encantaba ese paso que llevaba. “Mi pequeña Miku, ¿sabes cuantas leyendas hay sobre nuestra aldea?”, me dijo con su dulce voz. “no...” yo le contesté rápidamente.

"Bueno mi pequeña, nuestra aldea es famosa por ser “santa” y humilde, como ya sabes. Realmente nadie sabe la verdad de porqué nuestra aldea tiene unas flores de Sakura que nunca se marchitan... Unos dicen, que cuando fue creada la Luna, el sol aún estaba sobre el cielo en aquel momento, era el primer día en que la noche y el día se mezclaron. El Sol en ese instante se enamoró de la Luna, pero era consciente de que a partir de que aquel día no volvería a ver a su amada, por triste que fuera, el día sería propiedad del Sol, y la noche sería propiedad de la Luna. Para que el sol viera a su amada, tendría que esperar todo un año, en el cual los dos coincidirían durante 12 horas. Fue entonces cuando el Sol durante los 365 días del primer año construyó un hermoso jardín de Sakuras, y cada año en el Festival Tsuki, Los dos amantes se reencuentran y bajo sus pies, la gente celebra bajo las flores de Sakura el encuentro de los dos amados... y por otro lado,

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nuestro templo fue construido para ser devota a la Luna...” Recuerdo todas sus palabras, y me encantaba que me contase las historias sobre nuestra aldea. Todas eran sobre 2 amados que construyen un jardín. Ella seguía caminando en aquel sueño, y yo escuchando sus historias. Cada una parecía más realista que la anterior.

Otra leyenda, cuentan que una noble del país del té y un joven guerrero del país del Fuego, se encontraron por primera vez aquí, bajo el árbol milenario. Ellos se enamoraron a simple vista, y todos los días durante un mes, ellos se encontraban bajo ese árbol, declaraban su amor, quien eran testigos la luna y ese cerezo de su profundo y verdadero amor. Pero un día el padre de la joven, se enteró de sus escapadas al monte Sora, y mando a los guardias de su casa seguirla y matar al amante que robaba todas las noches a su hija. Cuando los dos jóvenes se encontraron por última vez, los guardias tendieron una emboscada a la pareja, desafiando al amante con sus armas. El choque de armas comenzaron a resonar por aquel lugar, la joven noble en un intento de salvar la vida de su amado, se interpuso ante la pelea, pero la desgracia ya había caído sobre ellos, y la única herida de duelo que hubo en el enfrentamiento, la recibió la joven noble. Su cuerpo casi sin vida cayó a los pies de aquel cerezo, el joven guerrero al ver a su amada ensangrentada, no dudo ni un momento, se abalanzó sobre el guardia que sostenía el arma, y atravesó su pecho con la misma arma blanca que acabo con la vida de su amada. Los guardias atónitos, contaron los hechos al padre de la joven, este

en su desesperación y culpa viajó hasta la montaña Sora, donde los dos jóvenes se encontraban y hallaban supuestamente muertos, pero cuando llegó a aquel lugar... los cuerpos de su hija y de su amante no aparecieron. El noble se encontró en vez de su sangre pétalos de Sakura. Se dice que el árbol cómplice todo tiempo por su amor, los recogió bajo sus brazos y mantiene sus almas encerradas dentro de él. El padre poco tiempo después, construyó nuestro pequeño templo, para venerar la muerte de su hermosa y amada hija.”

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Sus palabras se clavaban en mi mente, ella era importante para mí, era mi madre, la que había olvidado. Habíamos llegado a aquel árbol donde yo había quedado dormida bajo el, pero algo había cambiado, este estaba florecido, y de sus ramas caían bailando lentamente en el aire pétalos de Sakura. Mi madre se para ante él y se voltea para observarme con una sonrisa. “Hija, no dejes nunca que este árbol marchite, no dejes que el alma de los amantes

vaguen en la oscuridad...” Esas fueron las últimas palabras de aquel sueño, antes de volver a la realidad, y abrir mis ojos. Cuando desperté, intentaba ordenar todas aquellas imágenes, palabras y pensamientos en mi mente. Me había dado cuenta de todo los recuerdos que había perdido de mi infancia. Esa parte

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que faltaba en mí volvía a cubrirse. Cuando me quise dar cuenta, unos pétalos rosados caían sobre mi cabeza, en un principio pensaba que estaba lloviendo. Por inercia, volví mi mirada hacia el cerezo milenario, el cual comenzaba a florecer de nuevo con bastante rapidez.

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Me había sorprendido completamente, no había explicación ninguna, aquel cerezo estaba volviendo a la vida. Los recuerdos volvían a mí. Y quería llegar al fondo de la cuestión de ¿Por qué mi aldea llegó a este extremo? ¿Qué había pasado en mi ausencia? Tras la salida del templo, una anciana, vestida con un kimono viejo de color crudo, se asomaba con cautela por el camino. Parecía tener miedo ante mi presencia, en silencio me observa como me acerco, tenía la cara pálida, como si viera un fantasma.  “No puede ser... ¿Miku?” decía asustada, “sí soy yo, me conoce ¿acaso?” le respondí. “¡Gracias a dios que estás viva!” me agradecía mientras me cogía ambas manos. Era mi antigua vecina de la aldea, amiga de mi madre. Ciertamente, era el destino quien quiso que yo volviera a mi aldea y que la salvara. Ella me puso al día de que había pasado durante estos 10 años de mi desaparición. La aldea siempre fue una aldea campesina, aunque fuera independiente de cualquier país, era considerada santa y de peregrinación en la época del Festival Tsuki.

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Durante el último año de mi desaparición, hubo bastantes robos dentro de la aldea. A los aldeanos les era algo común algún robo, ya que éramos una aldea rica en exportaciones. Pero aquel año ya era fuera de lo normal el nivel de saqueos y robos. Tras aquel incendio en mi casa, llegó al día siguiente, en medio de tanta confusión y tristeza, un grupo de encapuchados a la aldea. Imponiendo a los aldeanos un nuevo señor de la aldea, el cual les proporcionaría ninjas para protegerlos de tanto robo y saqueo.  No les fue una opción a considerar, sino una obligación. Cuando menos se dieron cuenta, el antiguo señor fue derrocado, y castigado con pena de muerte por el nuevo señor de la aldea. Y cada vez, sin saber por qué, había menos aldeanos y el paisaje de mi aldea por primera vez se iba deteriorando. ... No podía permitirlo... ...Llego a culparme de que mi aldea pasara esa época en mi ausencia... Me enfurecí bastante, y decidí coger el toro por los cuernos. No iba a permitir que mi aldea pasara ni un minuto más en esta situación, baje la montaña

Sora corriendo lo más rápido posible, me daba igual que me vieran esos supuestos encapuchados. Estaba furiosa, cuando llegue al pueblo, aquello estaba desértico, las casas cerradas. En el centro de la aldea, me estaba esperando la casa del “señor” de la aldea. Estaba vigilada por unos 10 ninjas encapuchados y enmascarados. Por algún motivo, ellos me recordaban al hombre que me secuestro cuando tan solo era una niña. Uno por uno fui acabando con ellos, y adornando aquel edificio de estatuas cristalizadas... En su interior, me esperaba aquel señor, vestía con un kimono adornado con hilos de oro, debajo de sus finas telas, unas mayas, las cuales me daban a sospechar sus orígenes. “Querida Miku, bienvenida a casa...” me daba la bienvenida.

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Me quede sin palabras, al ver que me conocía, ¿Cómo?  “pensaba que nunca más te volvería a ver, después de que te hubieras revelado intente seguirte el paso, pero era imposible...  Sabes que te llevaste algo que no te pertenece... ¿Qué vienes a devolvérmelo?... ¿o unirte a mí?...” Estaba equivocada por tantos años, realmente era títere de este gilipollas, era controlada por este hijo de puta.  ...”tsk”... *acaricio mi abdomen con cariño* fue una pelea bastante difícil, pero... Finalmente, digamos que el edificio, parecía un árbol de navidad, y la gran estrella que estaba en el centro del edificio, una gran estatua de

cristal de color rosado, que atravesaba el techo de madera. Los siguientes días, la aldea fue cobrando vida, con la ayuda del resto de los aldeanos, intento conseguir convertir a esta aldea en que llegue su época de esplendor. Como aldea ninja. Y hoy finalmente, ellos me trajeron hasta aquí, para nombrarme como su Sakukage, kage de la Aldea Oculta de Sakura. intentan volver... tendrán que pasar por encima de mí...

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